¿Dónde estas corazón?
Después que sucede cualquier desastre siempre se realiza un recuento de daños. Ese proceso donde se mide cuanto es lo perdido y lo que aun queda.
Esto mismo se puede aplicar a momentos emocionales difíciles como una ruptura amorosa o un divorcio, la muerte de un ser querido o incluso aplicarse a la perdida de un negocio o algún problema financiero.
Generalmente y por una cuestión de crecimiento personal, los expertos aconsejan realizar al menos dos veces por año un balance de nuestra vida para de esa forma saber donde estamos y que tan cerca o lejos estamos de alcanzar nuestro objetivos.
La clave para hacer un balance correcto es darle la importancia necesaria a lo que REALMENTE es importante.
Vivimos en una sociedad en la que al parecer la importancia de las cosas es muy superficial, es decir entre mas vano, mas "importante" es. Muchos hablan de lo importante que es la apariencia física o lo clave que es para ser exitoso el vestirse con tal o cual marca, el ultimo modelo de celular o el dispositivo tecnológico de ultima generación.
Si bien es cierto lo material es necesario, no es lo que realmente importa, es nada más un adorno al que todos podemos optar, mas no el fin, ni mucho menos la razón para vivir (Ec. 2:22-23).
NO esta mal el anhelar o soñar con la prosperidad ni la abundancia, es mas es una de las promesas que D-s nos hace (Dt. 28:1-14), con su condicional por supuesto del temor y la obediencia a los lineamientos que EL estipulo.
El problema se da principalmente cuando perdemos la brújula y olvidamos que las riquezas son nada más parte del paquete de bendiciones y no la bendición en sí. y comenzamos a hacer de nuestras riquezas, o peor aun de nosotros mismos la fuente de todas esas bendiciones (Dt. 8:11-17).
Pero entonces, ¿Cómo manejar las riquezas?
Para responder esta pregunta debemos de recordar las palabras de Jesús en el sermón del monte:
“No acumulen para ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban".
En primer lugar, Jesús nos llama a no acumular y por extensión nos hace el llamado a no codiciar los bienes materiales, no porque sea malo o porque no desea que seamos prósperos, sino porque por la codicia y la ambición se pueden cometer muchos pecados (1 Ti 6:10).
Además al hacerlo caeríamos también en el juego de lo banal, puesto que es nada mas una ilusión o una etapa pasajera de nuestra vida (Ec. 2: 20-21) y están expuestos a cualquier robo o zaqueo.
Entonces ¿Qué debemos hacer?
"Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban."
Ante la falacia de las riquezas, Jesús nos enseña una verdad un poco incomoda, a priori, pero muy profunda.
Lo que verdaderamente importa no es aquello que puedes comprar o adquirir materialmente, puesto que como todo lo material, tiene fecha de caducidad, mas bien nos reta a buscar los tesoros espirituales que nos promete el padre, mediante su santo espíritu, es decir , buscar una relación con D-s, mediante la cual tendremos los verdaderos tesoros (Ga. 5: 22-23), ante los cuales no hay fecha de caducidad.
Entonces ¿D-s nos quiere pobres o ricos?
Independientemente de tu estatus social, o tu poder de adquisición, El desea una relación de total dependencia de El (Dt. 10;12). Es decir, que las riquezas no sean un estorbo a tu devoción hacia El.
Si bien es cierto, la escases es una prueba muy difícil de superar, ya que requiere mucha fe y paciencia para superarla, la abundancia es una prueba aun mas difícil de superar que la escases misma, porque corremos el riesgo de que se conviertan en un ídolo (Mt.6: 24).
Jamás debemos olvidar que el deseo de D-s es que podamos vivir una buena vida, sin aflicciones ni afanes, pero sobretodo las cosas, su deseo mas profundo es poder tener una relación especial y personal con la corona de su creación, es por eso el llamado a guardar nuestro ser de lo banal del mundo.
"Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón."
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